En medio de una Lima convulsionada por marchas y protestas, en su esperado discurso de la noche del jueves, la presidenta Dina Boluarte afirmó: “El gobierno está firme y su gabinete más unido que nunca”, y denunció que los manifestantes quisieron “tomar tres aeropuertos al interior del país”.
Miles de personas llegadas de diferentes partes del país, especialmente de las postergadas regiones del sur andino, se movilizaron este jueves en las avenidas y calles de Lima, donde se registraron graves incidentes en el marco de las marchas contra el gobierno de la presidenta Dina Boluarte.
Grupos de manifestantes protagonizaron choques con la policía en su intento de llegar al Congreso, en el centro histórico de la capital, en tanto un grupo ingresó a la fuerza al aeropuerto de Arequipa, la segunda ciudad del país, con el saldo de un muerto tras una batalla campal con las fuerzas de seguridad.
Los manifestantes, que arribaron de regiones como Arequipa, Apurímac, Ayacucho, Cusco y Puno, conformaron la llamada “toma de Lima”, que exigía la renuncia de la presidenta Boluarte, el cierre del Congreso y el adelanto de elecciones. Las marchas fueron secundadas por un paro general convocado por la principal central sindical del país.
Varios grupos se movilizaron pacíficamente desde el mediodía con dirección hacia diferentes puntos de concentración en el centro de Lima, sobre todo en los alrededores de la icónica plaza San Martín, un histórico punto de encuentro en las manifestaciones ciudadanas.
Una gruesa franja avanzó por la céntrica Avenida Abancay hacia el Congreso y protagonizó incidentes con la policía, que cercaba los accesos a la sede legislativa, como ya había sucedido en la primera oleada de protestas en diciembre.
Provistos de palos, piedras y otros objetos, los manifestantes buscaron romper el cordón policial y chocaron con los uniformados, que lanzaron gases lacrimógenos para disuadirlos. La policía había desplegado cerca de 12.000 efectivos para el operativo de seguridad en toda la capital.
Con el paso de las horas se multiplicaron los disturbios y enfrentamientos a lo largo de Abancay y en otros puntos, con un número impreciso de heridos y detenidos. También se produjo un incendio de grandes proporciones en un edificio del centro que obligó a movilizar 25 unidades de bomberos.
Las marchas se dispersaron por toda la ciudad y hasta los distritos residenciales de San Isidro y Miraflores, a más de diez kilómetros del centro de la capital.
Al trasladar la protesta a Lima, los organizadores esperaban abrir un nuevo capítulo en las movilizaciones que comenzaron hace más de un mes, y que exigen, además del recambio de autoridades, un cambio estructural en el país que cierre la brecha social entre la capital y las más pobres.
Unas 55 personas murieron en los disturbios sucedidos desde principios de diciembre, la mayoría en choques con las fuerzas de seguridad, pero también en incidentes en el casi centenar de cortes de ruta a lo largo del país.